Diseñado para tratar el asma crónica, el Clen es un quemador de grasas con similitudes a la efedrina. Aunque está pensado para tratar problemas respiratorios, este medicamento también tiene la capacidad de quemar grasa.

 

Esta propiedad ha intrigado durante mucho tiempo a los médicos y hoy en día es la razón número uno por la que muchos usuarios compran Clenbuterol. La razón es simple: aumenta enormemente su actividad metabólica total al estimular los receptores beta-2.

 

La quema de grasas es su principal modo de acción, pero también tiene propiedades de mejora de la actividad metabólica y también puede reducir significativamente el apetito en algunas personas.

 

El proceso es bastante sencillo, se estimulan los receptores beta-2 para aumentar la actividad metabólica, que conduce a un aumento de la temperatura de las células y, por lo tanto, a un aumento del calor corporal. 

 

Así, el aumento de la temperatura de las células es causado por el calentamiento de las mitocondrias, lo que afecta a la temperatura total del cuerpo.

 

 De esta forma, la temperatura incrementa la actividad metabólica, resultando en un mayor uso de las grasas, normalmente almacenadas para obtener energía.

 

Los efectos secundarios pueden ser bastante desagradables. Tiene un efecto muy estimulante en el cuerpo, lo que puede llevar a poner al usuario muy nervioso y a menudo, conducirlo al insomnio. 

 

También puede llegar a producir calambres y un  agrandamiento del corazón. Pero claro, que todo depende de la dosis administrada, y aquellas personas que lo usen correctamente, tienen poco de lo que preocuparse. 

 

Hay que tener en cuenta que el uso responsable no gira sólo en torno a la dosis, sino también a la duración de su uso.  

 

Nunca debería utilizarse durante todo el año y, por lo general, con 4 meses de uso por año es la duración máxima recomendada para mantenerse seguro y saludable.